Por los puentes de Zamora,
sola y lenta, iba mi alma.
No por el puente de hierro,
el de piedra es el que amaba.
A ratos miraba al cielo,
a ratos miraba al agua.
Por los puentes de Zamora,
sola y lenta, iba mi alma.
Blas de Otero lo escribió hace casi 50 años, cuando las dos orillas de nuestra ciudad estaban unidas por 2 puentes (tres con el del ferrocarril). Hoy, 50 años después, nuestras dos orillas se siguen uniendo por esos mismos puentes, habrá quien se indigne y nos venga con que es una gran mentira y que existen dos puentes más. Es verdad, hay dos puentes más; uno de hace 20 años que no une la ciudad ya que al cruzar a la orilla sur no existe casco urbano y no pueden circular ni bicis, ni peatones al otro lado del Duero... Y otro que es de este año y que tampoco une la ciudad porque está a varios kilómetros.
Vergüenza de política la que se hace en Zamora cuando no somos capaces de construir puentes que nos unan para lograr ser más fuertes, en lugar de eso andamos siempre a la gresca y así nos va; divididos en vida como si nos separase un río constantemente, un río de amplio caudal y corrientes peligrosas.
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